El correo
electrónico (también conocido como e-mail, un término inglés
derivado de electronic mail) es un servicio que permite el intercambio
de mensajes a través de sistemas de comunicación electrónicos. El concepto se
utiliza principalmente para denominar al sistema que brinda este servicio vía Internet mediante
el protocolo SMTP (Simple Mail
Transfer Protocol), pero también permite nombrar a otros sistemas
similares que utilicen distintas tecnologías. Los mensajes de correo
electrónico posibilitan el envío, además de texto, de cualquier tipo de
documento digital (imágenes, videos, audios, etc.).
El
funcionamiento del correo electrónico es similar al del correo postal.
Ambos permiten enviar y recibir mensajes, que llegan a destino gracias a la
existencia de una dirección. El correo electrónico también tiene sus
propios buzones: son los servidores que
guardan temporalmente los mensajes hasta que el destinatario los revisa.
El
estadounidense Ray Tomlinson fue
quien incorporó el arroba (@) a las direcciones de correo
electrónico, con la intención de separar el nombre del usuario y el servidor en
el que se aloja la casilla de correo. La explicación es sencilla: @, en
inglés, se pronuncia at y significa “en”. Por ejemplo: carlos@servidor.com
se lee carlos at servidor.com (o sea, carlos en servidor.com).
Además de
todo lo expuesto tenemos que dar a conocer además cual es la estructura básica
que tiene cualquier correo electrónico. Así, nos encontramos con los siguientes
elementos básicos:
El
destinatario. En esta casilla llamada “Para”, se pueden incluir tanto una como
varias direcciones de personas a las que se les va a enviar dicho correo.
Además se otorga la oportunidad de que esas direcciones que se van a incluir no
sean visibles por el resto de personas que las reciben.
El
asunto. Es el apartado donde de manera breve y escueta debe aparecer el tema
sobre el que gira el correo electrónico.
El
mensaje. En dicho apartado, de gran amplitud, es donde se escribe el mensaje
que desea enviar. Para que dicho texto esté, estéticamente hablando, tal y como
deseamos se ofrecen herramientas con las que elegir el tipo de letra, la
alineación, el color, hipervínculos e incluso emoticonos.
No
obstante, tampoco podemos pasar por alto que a la hora de enviar un correo
electrónico también y además del citado texto, y tal como hemos subrayado
anteriormente, podemos incorporar diversos materiales o archivos. Eso supone
que podamos adjuntar tanto documentos de diversa tipología (textos, hojas de
cálculo, base de datos, pdf…) como fotografías e incluso vídeos.
Luego,
quien reciba dicho email tiene distintas posibilidades. Así, no sólo podrá
leerlo y responderle al emisor del mismo sino que también podrá reenviarlo a
otros destinatarios, archivarlo, borrarlo de manera permanente, marcarlo,
añadirle etiquetas y también catalogarlo como spam.
El
servicio de correo electrónico se ofrece bajo dos modalidades: el conocido como
correo web o webmail, donde
los mensajes se envían y reciben a través de una página web diseñada
especialmente para ello; y el servicio mediante un cliente de correo
electrónico, que es un programa que permite gestionar los
mensajes recibidos y redactar nuevos.
Origen del correo electrónico
El correo
electrónico antecede a Internet, y de
hecho, para que ésta pudiera ser creada, fue una herramienta crucial. En una
demostración del MIT (Massachusetts Institute of
Technology) de 1961, se exhibió un sistema que permitía a varios usuarios
ingresar a una IBM 7094 desde terminales remotas,
y así guardar archivos en el disco. Esto hizo posible nuevas formas de
compartir información. El correo electrónico comenzó a utilizarse en 1965 en
una supercomputadora de tiempo compartido y para
1966 se había extendido rápidamente para utilizarse en las redes de
computadoras.
En 1971, Ray
Tomlinson incorporó el uso de la arroba (@) como
divisor entre el usuario y la computadora en la que se aloja el correo, porque
no existía la arroba en ningún nombre ni apellido. En inglés la arroba se lee
«at» (en). Así, ejemplo@máquina.com se lee ejemplo en máquina punto com.
El
término «correo electrónico» proviene de la analogía con el correo postal:
ambos sirven para enviar y recibir mensajes, y se utilizan "buzones"
intermedios (servidores), en
donde los mensajes se guardan temporalmente antes de dirigirse a su destino, y
antes de que el destinatario los revise.
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